Imagen de una intervención en el BDigital Global Congress. |
Coches, motos, autobuses urbanos y peatones conforman, sobre las vías de circulación, el panorama habitual de nuestras ciudades, un conjunto heterodoxo que convive bajo las mismas reglas pero que no está en absoluto optimizado.
¿Cómo conseguir que en grandes urbes del tamaño de París, Hong Kong o la misma Barcelona, el tráfico sea sencillo y se aprovechen al máximo las plazas de parking? Este tejido móvil es el principal causante de los problemas de los planificadores urbanos hoy en día y, por tanto, el gran objetivo de las empresas que trabajan en las smartcities.
Una buena muestra de esta preocupación ha sido la sesión de este martes por la tarde en el congreso, en la que cinco ponentes invitados (Pablo Barceló, de Betterways, Irene Compte, de Urbiòtica, Gonzalo Alonso, de Going Green, Melchor Sanz, de HP, y Salman Ali, de Arthur D. Little) han presentado sus visiones sobre los problemas de la movilidad y también las soluciones que proponen las respectivas compañías.
Una primera gran conclusión: ya no se pueden tratar las vías públicas, los medios de transporte y las formas de desplazarse de manera separada. Todo forma parte de un todo: el car-sharing, los servicios de bicicletas públicas, los autobuses urbanos, o los coches particulares entre otros. Y estos generan datos.
Segunda gran conclusión: la dificultad existente para captar estos datos. Estas pueden ser numerosas, procedentes de sensores instalados a pie de calle o de fuentes públicas, pero estas últimas a menudo brillan por su opacidad. Pablo Barceló puso como ejemplo los Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) de los que afirmó que, tras varias negativas suyas a proporcionar datos, lo había dejado por inútil.
Las leyes en el sentido de hacer accesibles datos de, por ejemplo, tráfico, que son públicas, existen. El problema es hacerlas cumplir a las administraciones implicadas. La misma Unión Europea dispone de directiva al respecto, ya observada en la normativa española, por lo que la negativa de TMB contravendría esta ley, según se ha podido desprender de la intervención de Barceló.
Tercera gran conclusión: los datos recogidos ya han caducado en el momento de haberlas recogido. Es lógico: si trabajamos con sensores estamos recogiendo los datos generados aquí y ahora, y lo que necesitamos para optimizar la circulación en la ciudad es saber qué pasará después. Como esto es imposible, necesitamos sistemas de predicción que nos den una imagen lo más aproximada posible de lo que puede acontecer. Para encontrar una ciudad inteligente no es imprescindible remitirnos a una gran urbe; en Cataluña tenemos un ejemplo con Figueres, donde Urbiòtica (una empresa puntera, también de génesis catalana, por cierto) está desarrollando un completo proyecto de movilidad.
Fuente: www.imatica.org
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